La naturaleza como modelo de vida
La
sabiduría contenida en la creación de los seres vivos ha sido desde siempre un
atractivo y enigmático modelo para el hombre. Una de las muestras más conocidas
de ello fue el interés de Leonardo Da Vinci por estudiar las proporciones del
cuerpo humano, expresado de forma inmortal en su dibujo del Hombre de Vitruvio, el cual se basó en los textos de Vitruvio, arquitecto, ingeniero,
escritor y tratadista romano del siglo I a.C., de quien tomó su nombre el famoso
gráfico.
En
el tiempo transcurrido desde entonces, el deseo de imitar a la naturaleza no ha
dejado de estar presente en la mente de grandes arquitectos, entre quienes vale
mencionar a nuestros contemporáneos Antonio Gaudí (España 1852-1926) y Frank Lloyd Wright (Estados Unidos 1867-1959), por
sólo citar dos de los más conocidos. No obstante, desde la década de los 90 del
siglo pasado, con la publicación del libro Biomimética:
Innovación Inspirada por la naturaleza (1997), de la prestigiosa y reconocida
bióloga estadounidense Janine Benyus, se inaugura un nuevo campo de
conocimiento sustentado en la tesis de que los seres humanos deberíamos emular
conscientemente el genio de la naturaleza en nuestros diseños, con la finalidad
de preservar el equilibrio natural del mundo en que vivimos mediante la
coexistencia entre el hombre y su medio ambiente.
Se trata de la Biomimética (de bios, vida, y mimesis,
imitar), un antiguo concepto retomado por el pensamiento científico actual y
transformado en un método para observar y analizar la naturaleza, sus modelos,
sistemas, procesos y elementos naturales, por medio del cual los diseñadores e
ingenieros buscan soluciones prácticas y sostenibles a los problemas humanos
mediante la emulación de patrones y estrategias probadas por la naturaleza a
través del tiempo. La noción que subyace es que las soluciones de la
naturaleza, luego de 3.800 millones de años de evolución, son siempre
innovadoras y eficientes, además de funcionar dentro de un balance perfecto con
el ambiente.
Esa novedosa mirada a la naturaleza, donde existen según la Dra. Benyus,
“más de 30 millones de soluciones bien adaptadas”, cuya disponibilidad sólo
depende de cambiarnos “los lentes con los que vemos el mundo”, ha permitido la
identificación de muchos ejemplos a reproducir. Con respecto a ello, vale la
pena resaltar lo que afirma Janine Benyus: "El
primer nivel es imitar la forma natural. Pero se puede acceder a un segundo
nivel que es cuando se imita el proceso natural. Y un tercero, copiando el
funcionamiento de los ecosistemas".
Numerosos también son los ejemplos de las
soluciones encontradas con esa eficiente y sostenible manera de construir cosas,
aunque sólo señalaremos uno cuya complejidad es digna de ser comentada. Se
trata del Eastgate Centre de Harare, Zimbabue, un complejo de oficinas que se
mantiene frío sin aire acondicionado, utilizando apenas el 10% de la energía de
un edificio convencional de su tamaño, lo que permitió a sus propietarios un
ahorro de 3,5 millones de dólares en gasto energético en sus primeros 5 años de
existencia. Esta solución procede del aprendizaje y emulación de la habilidad
de las termitas para mantener constante la temperatura y humedad de sus
termiteros, en el África Subsahariana, donde la temperatura exterior puede
variar desde 3°C hasta 42°C. Fue diseñado a partir de las investigaciones que
lleva adelante el grupo del Proyecto TERMES de la Universidad de Loughborough,
en el Reino Unido, quienes escanearon un termitero y crearon una imagen 3-D de
su estructura, la cual reveló mecanismos de construcción susceptibles de ser
utilizados en el diseño de edificios humanos.
Una nueva forma de relación con la naturaleza que la
transforma en modelo para una vida sostenible; justo lo que requiere el
planeta.
Fernando Travieso
Magaly Irady
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