El cambio climático desafía el desarrollo en la India
En
India habita el 30% de los pobres del mundo, condición aplicable a aquellas
personas que sobreviven con menos de dos dólares por día. En ese país, con una
población de 1.300 millones de habitantes, la segunda del mundo después de
China, 304 millones de personas no tienen acceso a la electricidad y de ellos, 92
millones no tienen la posibilidad de beber agua potable.
Como
si esto fuera poco, el país está comenzando a ser golpeado fuertemente por el
cambio climático, cuyos efectos se han acentuado en la última década,
produciendo enormes impactos: cambios en los patrones de los monzones —vientos anuales
responsables del 70% del agua de lluvia en India— que amenazan el sustento de
600 millones de personas; aumento de las temperaturas que no sólo ponen en
riesgo la vida de otras 150 millones de personas por la elevación de los
niveles del mar, sino que alteran los procesos naturales de formación de hielo
y nieve de los glaciares de los Himalayas, con un enorme impacto sobre los
ríos, los ecosistemas y la biodiversidad de la región, y sobre los medios de
subsistencia de millones de personas.
Estimaciones
de Naciones Unidas prevén que India alcanzará los 1.500 millones de personas en
2030 desplazando a China como el país más poblado del mundo, pero si en los 15
años que lo separan de ese momento, el país intenta salir de la pobreza
basándose en combustibles fósiles, como lo ha hecho China, podría acabar con
cualquier posibilidad de prevenir una catástrofe ecológica de nivel mundial.
Esta afirmación ha sido ratificada por un reciente informe del Banco Mundial
donde se plantea que economías como las de China e India deben prescindir
totalmente del petróleo y del carbón para su producción de electricidad
alrededor del 2050, y de ahí en adelante lograr emisiones negativas usando las
tecnologías existentes para la captura de CO2 de la atmósfera y aumentando
significativamente la extensión de sus bosques.
Esto
significa un inmenso desafío que obligaría a la India a cambiar sus planes
actuales para reducir la pobreza, basados en crecer a cualquier costo, por un
modelo de desarrollo que implemente políticas capaces de mitigar los riesgos
ambientales, lo que conduce necesariamente a considerar el apoyo conceptual,
tecnológico y financiero de los países desarrollados para llevar adelante tales
acciones. Tal parece ser la única forma de prevenir una catástrofe climática
global, toda vez que el planeta no resistiría el incremento de emisiones de gases
de efecto invernadero que se produciría si millones de personas se incorporan
al consumo mediante patrones no sustentables.
La
buena noticia es que, según los economistas del Banco Mundial, si se utilizan
las políticas correctas, la reducción de emisiones puede lograrse de manera que
beneficie a los pobres, por ejemplo, usando los ingresos de los impuestos al CO2
para pagar por el seguro social. De acuerdo a las proyecciones de ese
organismo, en ese caso, el peor de los escenarios climáticos añadiría solamente
3 millones de pobres a la India para el 2030, pero continuar con las políticas
erradas significarían 42 millones más.
Las
mejores cabezas de la India parecen estar cada vez más convencidas por esta lógica.
Un estudio del prestigioso Instituto Nacional de Estudios Avanzados de Bangalor
afirma que la posición defensiva tradicional no ha servido a los mejores
intereses del país, concluyendo que el gobierno debe considerar el desarrollo
de una economía verde no como una amenaza a sus planes de desarrollo sino, por
el contrario, como una oportunidad para construir un hábitat mejor —el actual
está gravemente dañado y contaminado—, para generar nuevos empleos y para
mostrar al mundo su capacidad tecnológica.
Aunque
el Banco Mundial asegura que las metas verdes planteadas son absolutamente
logrables, la opinión pública india, en general, no está convencida, lo cual
dificulta la implementación de los proyectos verdes. Habrá que observar de
cerca lo que pase en ese importante país para analizarlo y sacar las
conclusiones necesarias ya que lo que está en juego es demasiado importante.
Fernando
Travieso
Magaly
Irady
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