Las claves de las ciudades del futuro
En el 2050 se
espera que el 70% de la población mundial viva en centros urbanos. Para tener
una idea de lo que significa la cifra, vale recordar que a principios del siglo
XIX esa proporción era de apenas el 3%, del 14% cuando se inició el siglo XX y del
40% a comienzos del siglo actual. De allí que el gran reto de planificadores, diseñadores,
gestores y autoridades urbanas será cómo albergar a tantas personas sin
deteriorar la calidad de vida de que disfrutan sus ciudadanos en la actualidad o
incluso mejorándola. Todo ello en condiciones de sostenibilidad.
Un primer reto es
que la velocidad de los cambios impone alcanzar la mayor flexibilidad en el uso
de procesos, sistemas constructivos y materiales, toda vez que el ritmo y
características de las innovaciones tecnológicas hace difícil prever el futuro.
En particular si se tienen en cuenta los efectos de lo que se conoce como la
Cuarta Revolución Industrial (el complejo industrial sustentado en la Internet
de las Cosas, la inteligencia artificial y el big data) sobre la planificación, diseño, construcción, operación y
gerencia de las ciudades. Por ejemplo, hoy en día se estudia la posibilidad de incrementar
y perfeccionar el uso de métodos de construcción prefabricados y modulares,
tipo “lego”, de forma que puedan ser desarmados y re-ensamblados de diferentes maneras
y en otras localizaciones. Incluso se piensa en diseñar para la redundancia y
la obsolescencia, lo que sería algo así como saber de antemano cómo se pueden
replicar o repetir partes y procesos a fin de asegurar un cierto grado de
continuidad operacional durante un período dado, y haber previsto el fin de la
vida útil de los elementos o materiales que se emplean, con lo que se busca,
además de dar respuestas rápidas a la necesidad de crecimiento, eliminar al
máximo los desperdicios.
El motor
principal de las ciudades de la cuarta revolución industrial serán las
actividades económicas, por lo que deberán aprovechar sus ventajas competitivas
para posicionarse globalmente y atraer empresas, inversiones y personas, toda
vez que su localización geográfica dejará de ser uno de sus atractivos. La
conectividad es otro de los factores clave, es decir, la forma como se resuelve
la movilidad mediante los diversos modos de transporte público y las
infraestructuras de todo tipo, tanto al interno del centro urbano como en sus
relaciones con el resto del país y el exterior; en el tema de la movilidad, los
vehículos autónomos y los compartidos tendrán un impacto central sobre las
comunidades y las ciudades, generando incluso cambios culturales significativos.
Otro elemento capaz de producir grandes efectos es la conectividad digital, en
particular por el incremento de las opciones de localización de personas y
empleos, toda vez que su disponibilidad deja de ser limitada por la proximidad
física.
Un aspecto esencial
que deberán resolver las ciudades de las próximas décadas es el de las
desigualdades y la exclusión, no sólo en los países del mundo en desarrollo
sino también en las más avanzadas. Se trata de que los mayores beneficiarios de
los cambios serán los poseedores del capital intelectual y financiero ─innovadores,
accionistas e inversores─, por lo que será imprescindible mirar el entramado
social en términos de distribución del ingreso y de acceso al empleo, la salud,
la educación y la seguridad, a fin de resolver, por ejemplo, situaciones de
desplazamientos de mano de obra a causa de la inteligencia artificial o por
razones de su calificación. Más allá de la importancia de los aspectos
señalados, la clave esencial de la ciudad futura es su sostenibilidad ambiental,
lo que significa además del uso de energías renovables, la utilización adecuada
y la preservación de los recursos naturales ─agua, suelos, aire y ecosistemas
en general─ así como la gestión de residuos.
Un futuro interesante
y atractivo para las ciudades, con cambios decisivos en las formas como
vivimos, trabajamos, nos recreamos y nos relacionamos entre nosotros y con la
naturaleza. Mientras llegan, tenemos la oportunidad de emprender
acciones que contribuyan a informar y concientizar a los ciudadanos sobre el
enorme reto al que nos enfrentamos, a fin de movilizarlos y comprometerlos
individual y colectivamente.
Fernando Travieso
Magaly Irady
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