Tecnologías para enfrentar el cambio climático
En febrero pasado, la revista MIT Technology Review, publicó su tradicional y reconocida lista anual de Las 10 Tecnologías Emergentes
que, a juicio de sus editores, “pueden estar a punto de revolucionar el mundo”.
Derivada de ella, nos pareció importante realizar una selección de aquéllas que
pensamos tienen el potencial para resolver problemas asociados al cambio
climático.
Aunque las diez tecnologías escogidas por la
prestigiosa revista son todas de gran interés, nuestro foco de atención se
centrará en dos de ellas que podrían aportar mejoras sustanciales en nuestra
calidad de vida en muy breve plazo: una, referida a la producción agrícola, incrementaría
la capacidad para alimentar a la creciente población mundial, la cual se estima
en 10.000 millones de habitantes para el 2050. La otra, constituye un gran paso
en el proceso de cambio energético indispensable para enfrentar la amenaza
climática.
La primera de ellas, conocida como “La precisa
edición genética de las plantas”, disponible en los próximos 5 a 10 años,
ofrece una manera fácil y exacta de modificar los genes vegetales para aumentar
su resistencia a sequías y enfermedades, pero además, las últimas
investigaciones han demostrado que las plantas resultantes no contienen trazas de ADN ajeno lo
que significaría que no entrarían en la categoría de “organismos genéticamente
modificados”, tan cuestionados por ecologistas y consumidores. Ello se explica
porque si bien emplea pedacitos de
material genético bacteriano para dirigir la edición genética, no requiere la
introducción de genes ajenos.
La tecnología conocida como CRISPR, es una herramienta
de ingeniería genética que permite a los investigadores hacer microcirugía de
los genes para cambiar una secuencia de ADN en puntos concretos de un
cromosoma, con facilidad y precisión. Es en realidad tan sencilla de utilizar
que está siendo aplicada en muchas partes del mundo por laboratorios de
investigación, pequeñas empresas y productores de semillas que no están
dispuestos a asumir los costos y riesgos de la ingeniería genética convencional.
Por ejemplo, un laboratorio chino la usó para crear un trigo resistente a los hongos y otros
grupos en ese país la están aplicando al arroz, con la intención de
aumentar su producción; en el Reino Unido la han utilizado para modificar un gen de la cebada que ayuda a controlar la
germinación de las semillas, lo que podría ayudar en los esfuerzos por
producir variedades resistentes a la sequía. Realmente sobran los ejemplos de plantas
modificadas con este método que están cultivándose en invernaderos de
laboratorio en todo el mundo.
La
razón por la cual escogimos la otra tecnología que comentaremos es por su aporte
en la solución del cambio energético. Se trata de la producción a gran escala de
los paneles solares fotovoltaicos más eficientes del mundo, en la gigafábrica
de la empresa SolarCity, instalada en Búfalo, Nueva York. El proceso combina
una célula solar estándar de silicio cristalino con elementos de una célula de
capa fina, junto con una capa de óxido semiconductor. Cuando esté terminada, a
finales de 2017, será capaz de producir 10 mil paneles solares al día (1
gigavatio de capacidad solar al año), con una eficiencia de algo más del 22% —la
eficiencia máxima lograda por SunPower, líder del mercado, es de 21,5%. Además,
la combinación de tal eficiencia sumada a los elevados volúmenes de producción
y a un simplificado proceso de fabricación, permitirá una significativa
reducción de costos, lo cual colocará a la energía solar en condiciones de
desplazar el uso de los combustibles fósiles, al menos en Estados Unidos.
Si
bien algunos expertos auguran que la tecnología solar seguirá avanzando en la
obtención de paneles más flexibles y ligeros, con eficiencias mucho más altas y
menores costos, lo que podría dejar fuera de competencia la producción de esta
gigafábrica, no podrá negarse que SolarCity, “está empujando los límites de la
energía solar”.
Fernando Travieso
Magaly Irady
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