Madrid más verde y sin contaminación
Desde hace ya tiempo, muchas ciudades han venido excluyendo
los carros de sus áreas centrales para disminuir la contaminación y aumentar el
bienestar de sus residentes. Pero ahora Madrid ha propuesto algo todavía más
inteligente: no solamente está prohibiendo los carros en sus zonas centrales
sino que le está añadiendo más espacios verdes a la ciudad.
En el 2014, Madrid anunció un plan para prohibir
progresivamente todos los carros en sus áreas centrales y más recientemente ha
advertido que para el 2020 habrá prohibición total de los vehículos movidos con
diesel, lo cual forma parte del Plan de Calidad del Aire 2017-2020 que está en
proceso de elaboración. Ahora —hace apenas un mes— el Ayuntamiento divulgó el
complemento que la ciudad necesitaba para prepararse para el futuro: Madrid Más
Natural, “un plan para aumentar el número
de zonas verdes e impulsar los jardines comunitarios”, según afirma la alcaldesa Manuela
Carmena.
En
realidad, es la forma que han encontrado para hacer frente a las primeras
consecuencias del calentamiento global en la capital, las cuales se manifiestan
en un
incremento del número de días anormalmente cálidos en verano —un aumento medio de 4°C de temperatura— y en una caída
significativa de las precipitaciones, pese a que cada vez se registran
tormentas más intensas que probablemente sigan aumentando.
Este visionario plan se apoya en una evaluación
realizada por la empresa global de consultoría Arup junto al Ayuntamiento local
e incluye ideas para lograr que edificios, infraestructuras y espacios abiertos
de la ciudad de Madrid sean más respetuosos con el ambiente. Para ello ofrece
múltiples soluciones que toman a la naturaleza como fuente para regular el
entorno urbano madrileño y para contrarrestar los problemas limpiando,
sembrando y refrescando la ciudad en gran escala; por ejemplo, al tiempo que el
aumento de la densidad de población y la escasez de espacio a nivel del suelo
crean problemas, el plan promueve paisajes verdes verticales instalados en
todas las fachadas laterales que estén sin uso, logrando una mejor calidad del
aire mientras se protegen los edificios de las fluctuaciones termales y los
extremos climáticos.
La esencia de la propuesta es plantar árboles y crear
zonas verdes en todos los sitios donde sea posible: techos, paredes e
infraestructura, lo que además de hacer del centro de la ciudad un lugar más
agradable para sus habitantes, mejorará sustancialmente el clima en las calles
y reducirá el gasto energético de los edificios, en verano, hasta en un 14%. Se
promoverán las cubiertas vegetales en las azoteas de los edificios públicos y
se brindará apoyo financiero y asistencia técnica a los vecinos para que las
construyan en los inmuebles privados; además se tiene previsto ampliar las numerosas zonas verdes repartidas por
toda la ciudad, crear pequeños bosques urbanos, y convertir algunas autopistas
en “parques lineales”, sembrando plantas en los espacios vacíos que dejan esas
infraestructuras.
El Plan también pretende capturar y almacenar el agua de lluvia para
integrarla en forma de fuentes, arroyos, cascadas y lloviznas, en parques
infantiles y otros espacios recreacionales, con lo cual además de embellecerlos
se generan una serie de beneficios entre los que se cuenta un efecto positivo
en los microclimas locales, toda vez que reduce las temperaturas, ayudando a
mitigar el efecto "isla de calor"; según el Ayuntamiento, se ha documentado una caída de hasta 4,5°C
de temperatura en las zonas de Madrid donde se han llevado a cabo experiencias
piloto.
En fin, una iniciativa para “renaturalizar” la
ciudad que si bien implica una significativa inversión de dinero y capacidad
organizativa, constituye una forma atractiva e ingeniosa para mitigar los
efectos urbanos del cambio climático.
Fernando Travieso
Magaly Irady
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