Las petroleras entran al negocio eólico
Las gigantes
petroleras Shell, Statoil y Eni, están entrando en el negocio multimillonario
de las granjas eólicas en el ventoso Mar del Norte, derrotando en las
licitaciones por contratos de compras de energía a empresas que dominaban el
sector, como Dong Energy y Vattenfall, especializadas en el anclaje de turbinas
masivas en el fondo marino.
El proceso, que se
inició luego de que la producción de petróleo y gas de Gran Bretaña comenzara a
decaer a principios de este siglo, se sustenta en el know how que tienen las empresas petroleras en la construcción de
instalaciones marinas, en las decisiones gubernamentales dirigidas a aumentar
la cantidad de energía que se obtiene de fuentes limpias, en las sinergias
entre ambos negocios ─muy
evidentes en el Mar del Norte─,
y en los fiables pronósticos que estiman que las renovables desplazarán al
petróleo en poco tiempo. Desde entonces, según indica Bloomberg New Energy
Finance, en los proyectos eólicos del Mar del Norte se han invertido alrededor
de 99 mil millones de dólares, mientras que una década antes, la inversión en
el sector era marginal.
El caso es que las
petroleras tienen décadas construyendo proyectos petroleros costa afuera pero ahora,
además de que los depósitos petroleros se están secando en muchas zonas ─la producción de la plataforma continental británica
que representa un tercio de la producción del Mar del Norte, ha caído en los
últimos años en alrededor del 6% anual─, los precios del petróleo en torno a los 50 dólares
por barril, y aunque llegasen incluso hasta unos 85 dólares, implican altas
probabilidades de que los 140 yacimientos del complejo petrolero marino cesen
sus operaciones en los próximos años, según estima la consultora de la
industria Wood Mackenzie. Por el contrario, los ingresos de las granjas eólicas
son totalmente predecibles y sostenidos por precios de electricidad regulados
por los gobiernos, con la ventaja adicional de que, gracias a los avances tecnológicos
y a la intensa competencia mundial entre fuentes alternativas de energía
limpia, las granjas eólicas que inician operaciones en estos momentos están
generando energía a la mitad del precio de hace seis años.
Aunque el petróleo
todavía suple casi un tercio de la demanda energética mundial, las energías del
sol y del viento están reduciendo el crecimiento de la demanda de petróleo, por
lo que, en opinión de algunos expertos como Nick Gardiner, director de Energía
Eólica en Green Investment Bank, la entrada de las grandes petroleras en el
terreno de las energías renovables es parte "de una tendencia en ciernes
que se va a extender", toda vez que los nuevos competidores tienen ciertas
ventajas competitivas que les permitirán financiar grandes proyectos con
menores costos.
Algunas de las
acciones que ya han sido emprendidas por las grandes petroleras que operan en
el Mar del Norte permiten verificar el escenario descrito por Gardiner. Por
ejemplo, con el propósito de pasar adelante en la producción de energía limpia,
la italiana Eni se asoció con General Electric, ícono estadounidense de la
electricidad. Por su parte, el gigante petrolero anglo-holandés Shell, para
quien las granjas eólicas son especialmente interesantes debido a su capacidad
para sustentar las reacciones electrolíticas que producen hidrógeno,
considerado por ellos como un elemento ideal para movilizar los carros en la
próxima década, ya dispone de una unidad para investigación de energías limpias
y, la noruega Statoil, quien el pasado diciembre ganó la licitación para
construir la primera granja de energía eólica costa afuera frente a Nueva York,
se está concentrando en bajar los costos de producir energía del viento costa
afuera, logrando en los últimos seis años, una reducción del 40%.
Los indicadores mencionados
parecen confirmar que a nivel global está ocurriendo una transición energética
que, aunque estimulada por razones económicas, no deja de ser una buena noticia
para el planeta, y si bien falta mucho por lograr, al menos por ahora es
posible afirmar que el Mar del Norte
dejará de ser una cuenca de combustibles fósiles para
transformarse en el centro mundial de energía eólica marítima.
Fernando
Travieso
Magaly
Irady
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