Arabia Saudita apuesta por las renovables

Aunque parezca difícil de creer, Arabia Saudita, el mayor exportador y poseedor de las más grandes reservas recuperables de petróleo del mundo, acaba de informar sobre su decisión de sustituir aceleradamente su consumo interno de petróleo por energías renovables. En efecto, ese país pondrá en marcha muy pronto un programa de producción de energías renovables que implicará inversiones de entre 30 mil y 50 mil millones de dólares a fin de producir 10 GW de electricidad para el año 2023.

La información la suministró, a mediados de enero pasado, el ministro de Energía, Khalid al-Falih, quien además de afirmar que en muy breve tiempo se iniciaría la primera ronda de licitaciones para contratar los proyectos, añadió, “Estamos comprometidos a expandir las renovables, estamos comprometidos a convertir a Arabia Saudita en una potencia solar”. La decisión, tomada en un momento en que la baja en los ingresos petroleros ha forzado al gobierno a retirar más de 100 mil millones de dólares de sus reservas monetarias luego de dos años de déficit presupuestario, supone sustituir el equivalente de 80.000 barriles de petróleo/día, lo que significa suplantar todo el crudo quemado en el reino durante los meses de invierno.

John Sfakianakis, director de Investigaciones Económicas del Gulf Researh Centre, dijo a Arab News que Arabia Saudita, “…desea lograr un balance entre sus necesidades económicas y sus metas ambientales, ya que tiene un enorme potencial y está ansiosa de reducir su uso de combustibles fósiles”, aunque al parecer la motivación esencial de la medida es económica, ya que Arabia Saudita sabe que puede sacarle más provecho a su petróleo al venderlo en el mercado externo en lugar de quemarlo en sus centrales eléctricas y en las plantas desalinizadoras de agua.

Más allá de las declaraciones sobre el interés ambiental del gobierno, el cual probablemente está presente ya que el país es uno de los mayores emisores per cápita de CO2 del mundo, lo cierto es que el consumo interno de petróleo asociado a su uso en las centrales eléctricas, algo que la mayoría de los países abandonó hace mucho tiempo, y al despilfarro ocasionado por los bajos precios ha crecido a razón de un 8% anual, casi tres veces la tasa de crecimiento poblacional, generando una tendencia que de continuar podría sobrepasar las exportaciones de petróleo para el 2021 y convertir al reino en un importador neto de petróleo para 2038, de acuerdo con un informe de Chatham House, un grupo británico de expertos, reseñado por Jeffrey Ball, profesor residente en el Centro Steyer-Taylor para Política Energética y Finanzas de la Universidad de Stanford, en un detallado reportaje de julio 2015 titulado “Por qué los saudíes se están pasando a la energía solar”.

En ese escenario, el país se enfrentaría a la posibilidad de una pérdida de control del mercado petrolero, amenaza que sin duda es un potente aliciente para que el gobierno saudí haya decidido abastecer su mercado interno con energías renovables en el menor tiempo posible, con lo cual además se estarían ahorrando unos 80.000 millones de dólares al año más del 10 por ciento de su PIB correspondientes a los subsidios implicados en su actual sistema energético, situación que en opinión de varios expertos petroleros sauditas “…no es sostenible”.

Con esta decisión, Arabia Saudita busca repetir su condición de líder energético global, posicionándose de forma adelantada en el negocio de las renovables en su compleja región; al menos es lo que transmite el ministro al-Falih cuando informa que su proyecto multimillonario buscará conectarse con otros similares en Yemen, Jordania y Egipto, agregando que el objetivo es, “…conectar a África para el intercambio de fuentes no fósiles de energía”.

Sin restar importancia a las razones ambientales y geopolíticas detrás de la decisión, el  hecho de que Arabia Saudita, ícono petrolero mundial, haya encontrado razones económicas convincentes para apostar por la energía solar es uno de los signos más claros de que ésta se ha convertido en una fuente energética rentable, a la cual será preciso acudir. Valdría la pena que nuestro país evaluara la conveniencia de su implantación en el territorio nacional, de cara a la necesaria transformación energética que deberemos enfrentar más temprano que tarde y al cumplimiento de metas ambientales para enfrentar el cambio climático.
Fernando Travieso

Magaly Irady

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