El “cuento chino” de Trump


El reciente triunfo de Donald Trump en las elecciones presidenciales estadounidenses no es una buena noticia para quienes creen que el tiempo apremia en la lucha contra el cambio climático. Su ya famoso tuit de hace cuatro años donde escribió: "El concepto de calentamiento global fue inventado por los chinos para lograr que la industria norteamericana dejara de ser competitiva", se ha convertido en una declaración que amenaza los avances de la administración Obama en el tema, provocando alarma e incertidumbre en numerosos y variados sectores en Estados Unidos y el mundo.

Por ahora, las primeras acciones de Trump sugieren que muchas de las afirmaciones que pudieron ser vistas en la campaña electoral como simple retórica pueden transformarse en hechos concretos. Por ejemplo, miembros de su equipo de transición dijeron hace pocos días a Reuters, que ha girado instrucciones a sus asesores para estudiar la “manera rápida” de retirar al país del Acuerdo de París sobre cambio climático, el cual entró en vigor el pasado 4 de noviembre con la ratificación de más de 100 países, incluidos los Estados Unidos. Según informa la agencia de noticias inglesa, la misma fuente les comentó que tanto la entrada en vigor del Acuerdo de París antes de las elecciones, como la decisión de Obama de adoptarlo mediante una orden ejecutiva fueron una insensatez.

Aunque el Acuerdo de París continuará sin la presencia de los Estados Unidos, sería grave que la intención de la futura administración Trump se materialice, ya que muchos científicos creen que sin la participación de ese país no hay posibilidades de que las metas se cumplan. Pero además, según reseñó hace pocos días Carlos Fresneda, corresponsal en Londres del diario español El Mundo, una reciente investigación de Lux Research muestra que, “…las políticas energéticas de Trump podrían suponer un aumento de las emisiones de CO2 de 3.400 millones de toneladas en los próximos ocho años, frente al compromiso de Obama de reducir la contribución de EEUU a los gases invernadero en un 30% de aquí al 2025”.

Más allá del Acuerdo de París, entre las ideas del Sr. Trump está un incoherente plan energético para revivir la industria del carbón, dirigido a “recuperar” los empleos que su progresivo desmantelamiento ha producido, lo cual sería un enorme retroceso con gravísimas implicaciones sanitarias porque el carbón ha sido responsable, desde hace muchos años, de millones de muertes prematuras; además, extraerlo destruye los ecosistemas y las aguas subterráneas, y usarlo contamina la atmósfera mucho más que cualquier otra fuente de energía. Es probable también que decida impulsar el fracking y las inversiones petroleras y suspender regulaciones ambientales y otras iniciativas del gobierno Obama dirigidas a combatir el cambio climático. Incluso se teme que esté considerando eliminar la Agencia de Protección Ambiental EPA.

Lo que no luce muy factible, sin embargo, es que haya un interés masivo de parte de los inversionistas por asumir el costo de proyectos energéticos que además de muy intensivos en capital, son cuestionables socialmente y con retorno incierto en el mediano plazo. Además, el crecimiento de energías limpias continuará en el resto del mundo incluso sin el liderazgo de los Estados Unidos ya que, aparte de las consideraciones éticas para impulsarlo, cada vez más se consolida como un atractivo mercado con un inmenso potencial.

Según afirma Kerry Emanuel, investigador del MIT, es posible que las cosas cambien cuando Trump y el Congreso se den cuenta de que los Estados Unidos están retrocediendo económicamente y quedando fuera de un mercado energético de 6 billones de dólares anuales, ya que ése es el tipo de razonamiento que Trump entiende. Asimismo, la producción de energías renovables emplea actualmente a millones de estadounidenses y tanto autoridades locales como numerosas instituciones y empresas han adquirido importantes compromisos con soluciones reclamadas cada vez más por los ciudadanos.

En opinión de Emanuel, las opciones para el nuevo presidente consistirán en dificultar o facilitar la transición a energías limpias en Estados Unidos pero sus decisiones no podrán impedir que continúe. Por ahora, sin embargo, se han encendido todas las alarmas y el mundo está en alerta máxima, lo que parece indicar que la idea de que la llegada de Trump a la Casa Blanca representa un enorme peligro para el ecosistema planetario, no es un cuento chino.
Fernando Travieso

Magaly Irady

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