La ciudad y el carro
Quienes conocemos la historia del crecimiento
de las ciudades en los últimos 100 años, sabemos muy bien lo que significó la
incorporación del automóvil. De hecho, no hace falta ser especialista para
saber que además de ser grandes contaminantes, los carros producen serios
problemas en las ciudades: ocupan una elevada proporción de espacio para
desplazarse y estacionarse, generan gran congestión, permiten que las ciudades
se extiendan exageradamente hacia zonas de baja densidad en sus alrededores y,
en general, introducen una serie de distorsiones en el funcionamiento armónico
de la actividad urbana, como ser causa de numerosos accidentes donde pierden la
vida muchas personas.
En opinión de Kent Larson, investigador del Laboratorio de Medios del MIT,
el mayor error del siglo XX fue construir las ciudades en torno a los carros. Para
este arquitecto, líder del grupo de investigación Espacios Cambiantes ―especializado en el estudio de los entornos
urbanos cambiantes, la creación de tecnologías para identificar los patrones de
comportamiento humanos y el desarrollo de un nuevo modelo de diseño,
fabricación y construcción de hogares―, lo que definirá nuestro hábitat en el
siglo XXI será un regreso a la forma como vivíamos en las ciudades antes de la
llegada del carro. Vale la pena dedicar unas líneas para mostrar
brevemente la descripción que hizo Larson al reportero científico de Business
Insider, Rafi Letzter, sobre la transformación urbana de las ciudades a partir
de la llegada de los autos porque, efectivamente, regresar a sus elementos
esenciales podría ser clave para adecuar nuestro hábitat a las exigencias del
futuro, incluida la necesidad de procurarnos un desarrollo sostenible frente a
la amenaza del cambio climático.
Hasta 1880, las ciudades funcionaban como una
red de aldeas donde las personas trabajaban, se recreaban y compraban en un
radio no mayor a unos 20 minutos de sus hogares. Más allá de los problemas que
tenían, actuaban como unidades cohesionadas cuyos residentes podían interactuar
y funcionar de manera conjunta, pero los urbanistas de la era moderna zonificaron
el futuro separando la vivienda, el comercio y la industria.
Desde mediados del siglo pasado muchas
ciudades se rediseñaron para privilegiar las necesidades de los carros por
sobre las de las personas, asignándoles las áreas que ellas usaban para
moverse, recrearse y sus variados intercambios, lo que además de reducir el
número de habitantes que caben en 1km², produjo espacios urbanos cada vez más
congestionados e incómodos pero menos densos. La gente con posibilidades
económicas vio las tranquilas áreas periféricas como una solución para alejarse
de la vida en la ciudad, la cual había comenzado a deteriorarse; por eso se mudaron
a los suburbios y comenzaron a viajar diariamente al centro de la ciudad para
trabajar, usando las grandes autopistas construidas para los autos
particulares. Las autopistas dividieron los vecindarios de aquellos que
permanecieron en las ciudades, y aislaron y marginalizaron a la población
pobre.
Lo que Larson y su
grupo proponen es aumentar la densidad de las ciudades sin incrementar la
congestión y la contaminación. Ello es posible orientando el diseño y las
políticas públicas a la creación de áreas más compactas y concentradas que
puedan llegar a desarrollar su propia identidad, procurando una mezcla
eficiente y armónica de lugares de trabajo, comercio y viviendas, para que
la gente tenga todo lo que necesita en su barrio, como en las ciudades europeas que adquirieron su forma antes de la
llegada del automóvil. Es decir, un regreso al
modelo del vecindario-como-aldea, con infraestructura que incorpore rutas de
bicicletas y de otros vehículos no contaminantes, privilegiando que la mayoría de los desplazamientos se hagan sin
usar el carro e incluso el transporte público.
Por este camino, las ciudades del siglo XXI
serán más vitales y ofrecerán opciones de transporte diferenciadas, más seguras
y compartidas que privilegien a quienes viven en la ciudad por sobre quienes
viven en las afueras. Aunque todavía hay mucho que hacer, ese modelo se está
imponiendo: bicicletas en París, Broadway convertido en espacio comunal, los
carros privados excluidos del centro de Madrid y muchos otros ejemplos.
Fernando Travieso
Magaly Irady
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