En Rotterdam se prueba la captura y almacenaje de CO2
Los estudios científicos sugieren que hasta
eliminar totalmente el uso de combustibles fósiles, para frenar el cambio
climático será necesario capturar en las próximas décadas, miles de millones de
toneladas de CO2 producidas por las centrales eléctricas que usan esos
combustibles y por la industria pesada.
La tecnología de captura y almacenamiento de CO2, conocida
como CAC, es una opción para evitar que el 80-90% de las emisiones llegue a la
atmósfera. Mediante la misma, el gas comprimido y convertido en líquido se
trasporta en tuberías o en barco para luego introducirlo en formaciones
geológicas profundas donde se almacena de manera permanente. Aunque los costos
iniciales de implantar esa tecnología han sido un gran obstáculo a superar, las
presiones políticas sobre cambio climático derivadas de los acuerdos de París
de diciembre del 2015, están propiciando un cambio de actitud cuya expresión
más evidente, en Europa, tiene lugar en Holanda, luego de que una corte
dictaminara que el país debe hacer más para combatir el cambio climático y así
proteger los derechos de las próximas generaciones.
Rotterdam, el puerto más grande de Europa, es la
sede del proyecto ROAD (por sus siglas en holandés), único sobreviviente de 12 propuestas
diferentes de la Unión Europea que datan de 2009 para poner a prueba la
tecnología CAC en la región, en sus versiones de precombustión, oxicombustión y
postcombustión. La planta de Rotterdam, con tecnología de postcombustión, fue diseñada
para demostrar la cadena completa de CAC en una central eléctrica de carbón de
1,1 GW. Con una eficiencia de captura del 90% de emisiones de CO2, está
previsto que atrape aproximadamente 4 mil toneladas/día de ese gas y que
almacene más de un millón de toneladas al año. El CO2 capturado se comprime y
licúa para luego transportarlo a un yacimiento gasífero agotado, situado a 25
km de la planta en el fondo del mar del Norte.
La localización de ROAD en Rotterdam lo hace
fácilmente accesible a las industrias de Bélgica y de Alemania, además de que
esa zona dispone de una red de ductos que pueden ser usados para transportar el
CO2; condiciones ambas que lo diferencian de los otros proyectos piloto
abandonados por la Unión Europea. Una vez que la infraestructura esté lista,
funcionará durante un período de prueba de tres años, para lo cual están a la
espera de una decisión de inversión de 555 millones de dólares que deberá
llegar en 2017 para sumarse a los fondos ya recibidos provenientes de la
Comisión Europea, del gobierno holandés y de las empresas de energía alemana y
francesa Uniper y Engie respectivamente.
Aunque la primera planta eléctrica de carbón a gran
escala con tecnología CAC —SaskPower en el emporio petrolero de Alberta en
Canadá— empezó a funcionar en 2014, su justificación económica se basa en su
cercanía a varios campos petrolíferos, lo que significa que la planta usa el
CO2 capturado para inyectarlo en los pozos y ayudar a sacar más petróleo del
subsuelo, lo cual elimina el beneficio ambiental.
El proyecto ROAD es la esperanza que tiene Europa de
mostrar que la tecnología de captura y almacenamiento de CO2 funciona, lo cual significará
un gran aporte para alcanzar las metas establecidas en los acuerdos de París. No
obstante, será indispensable encontrar la manera de generar beneficios
económicos a partir de esquemas para reducir las emisiones, ya que las
industrias europeas se quejan de los pocos incentivos que tienen para invertir
en la CAC, mientras en un mercado signado por la abundancia de la oferta, los
permisos del Sistema de Comercio de Emisiones de la Unión Europea siguen siendo
baratos.
De todas formas, su éxito no debe retrasar ni
distraer del objetivo final, cual es la sustitución total y definitiva de las
energías fósiles y contaminantes por energías limpias y renovables.
Fernando Travieso
Magaly Irady
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