Atrapar el CO2 y convertirlo en roca
Reducir
las emisiones de gases de efecto invernadero —especialmente de CO2— es el gran
desafío en la lucha global contra el cambio climático. Desde hace mucho tiempo,
los científicos han intentado capturar ese contaminante gas pero se han topado
con dos grandes obstáculos: los elevados costos de la captura, y encontrar
formas eficientes de almacenarlo o de usarlo para otro propósito una vez
atrapado.
Hace
apenas dos semanas, la prestigiosa revista científica Science expuso al mundo los avances de CarbFix, un proyecto que
está probando una nueva tecnología capaz de convertir las emisiones de CO2 en
roca sólida. Trabajando conjuntamente, investigadores de la Universidad de
Southampton, Reino Unido, y de Columbia, Estados Unidos, fueron capaces de
mezclar con agua, el CO2 y el sulfuro de hidrógeno emanados por la planta geotérmica
Hellisheidi en Islandia —la más grande del mundo— y producir una solución que
fue posteriormente inyectada en las rocas basálticas ubicadas debajo de la
planta; el gas reaccionó con las rocas
formando carbonato, un material estable similar a la caliza, el cual una
vez convertido en carbonato no puede volver por sí solo a la atmósfera.
Aunque
los intentos por capturar y almacenar CO2 en el subsuelo no son nuevos, las
aproximaciones anteriores eran diferentes; todas se centraban en procesos
físicos donde el gas se mantenía libre
aunque podía ser almacenado en contenedores metálicos o inyectado en rocas de
donde no pudiera escapar. Pero, a raíz del informe 2005 del Panel
Intergubernamental para el Cambio Climático, IPCC (por sus siglas en inglés),
donde se urgía a los científicos a centrar los esfuerzos en “atraparlo
químicamente”, surgieron otros enfoques, entre ellos el de probar la idea de
que el CO2 reaccionara y precipitase, tal como se plantearon los investigadores
de CarbFix.
Uno
de los resultados más importantes de este estudio, según dijo el geoingeniero y
director del proyecto, Juerg Matter de la Universidad de Southampton, es
que, “…muestra que entre el 95% y 98%
del CO2 inyectado fue mineralizado en menos de dos años, lo cual es
asombrosamente rápido”, ya que hasta el momento se pensaba que esa tecnología
podía implicar períodos tan largos como de 8 a 10 años. Adicionalmente se sabe
que después del exitoso ensayo piloto iniciado en 2014, la planta ha continuado
inyectando CO2 al subsuelo, y el monitoreo permanente sugiere que el proceso de
mineralización se mantiene de manera consistente y segura, lo cual aplaca los
temores de que el almacenamiento de CO2 en el subsuelo pudiera ser peligroso.
Aunque
las noticias sobre CarbFix son alentadoras, para comprobar su aplicación
industrial sería necesario, en opinión de algunos expertos, experimentar con
mayores volúmenes de CO2 y probarlo en localizaciones más profundas. De conseguirlo,
se demostraría que esa tecnología de captura y almacenamiento es tan eficiente, rápida y segura como
parece, y el basalto se transformaría en un "contenedor" óptimo de
uno de los gases más contaminantes del planeta. Además, la investigación deberá
identificar posibles externalidades negativas en el mediano y largo plazo, lo
cual implica que los esfuerzos por reducir las emisiones actuales de CO2 deben
continuar siendo la prioridad número uno, toda vez que la tasa actual de
emisiones derivadas de la actividad humana no tiene precedentes en los últimos
66 millones de años.
No
obstante, todo parece indicar que este innovador método está siendo uno de los
mayores avances tecnológicos frente al cambio climático, ya que si bien “no es
una solución mágica”, como afirma Matter, puede contribuir de forma importante
a reducir las emisiones de CO2.
Fernando Travieso
Magaly Irady
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