China: líder mundial en energías solar y eólica
La
escala de los logros actuales de China en energías limpias es digna de
admiración: su capacidad instalada en energía solar creció 15 GW en el 2015 —superando
a Alemania como líder mundial— lo que le permite disponer ahora de algo más de
43 GW de energía proveniente del sol, mientras Alemania alcanza nada más 38 GW.
Adicionalmente, también el año pasado alcanzó
el record mundial de generación eólica con una producción total de 145 GW,
cifra que sobrepasa los 142 GW correspondientes a la potencia eólica instalada en
toda Europa y los 75 GW de los Estados Unidos.
El
objetivo declarado de China para añadir esas enormes cantidades de capacidad
solar y eólica, es el deseo de alcanzar sus metas de reducción de gases de
efecto invernadero acordadas en el Acuerdo Climático de París. Pero ésa no es
toda la historia: los líderes chinos están desesperados por reducir la
contaminación del aire generada por el carbón que hace que la atmósfera en
ciudades como Shanghái y Pekín sea virtualmente irrespirable, al punto de que cerca de 1,2 millones de personas murieron prematuramente
a consecuencia de la contaminación del aire en 2010. Por ello han cerrado numerosas plantas de carbón y se
han propuesto la construcción de grandes proyectos de energías limpias.
Con respecto a la solar, las proyecciones divulgadas recientemente por
la Administración Nacional de Energía de China —basadas en el Treceavo Plan
Quinquenal— muestran que la generación de esa energía continuará su tendencia
de crecimiento a fin de ampliar la capacidad instalada del país a más de 140 GW
en el 2020, lo que significa que se añadirán entre 15 y 20 GW cada año por los
próximos cinco años. Para poner la cifra en contexto vale señalar que la capacidad
solar mundial superó los 220 GW el año pasado y se espera que alcance los 320
GW para finales del 2016. Por supuesto, China es también el mayor emisor de CO2
del mundo debido a que utiliza más carbón que cualquier otro país, por lo que
su capacidad solar es tan sólo una pequeña fracción de su consumo total de
energía.
A
diferencia de países como Estados Unidos o Alemania, China no instala sus
paneles solares en techos de edificios; su producción se sustenta
mayoritariamente en la creación de campos gigantes, generalmente en regiones aisladas,
como la del desierto de Gobi, donde los paneles se montan sobre el suelo. Muestra de ello es que casi
24 de los 28 GW de paneles solares que estaban conectados a la red del país a
finales de 2014, provenían de ese tipo de campos, los cuales para producir 1 GW
de energía ocupan el mismo espacio que una planta nuclear o de gas natural. Por
ejemplo, el parque de Gao Tai, en el desierto de Gobi, cubrirá un área de 319
kilómetros cuadrados cuando esté totalmente construido, lo que significa tres
veces la superficie de París; en esa zona, donde antes sólo había piedras y
viento, se están instalando hoy en día unos 80 mil paneles fotovoltaicos por
kilómetro cuadrado, lo que la convertirá en un verdadero emporio productivo.
Por su parte, el
crecimiento de la potencia eólica instalada en China el año pasado fue del 22%,
mientras que a escala global el crecimiento fue del 17%; para tener una idea de
la magnitud de ese crecimiento vale señalar que en el año 2015 China generó más
energía eólica que España en sus 25 años produciendo dicha energía (23 GW). En
efecto, ese año se pusieron en marcha centrales o parques eólicos con una potencia instalada
de 30.5 GW, lo que representa casi la mitad de los 63 GW de nueva potencia
eólica que se instaló en todo el mundo el año pasado. Un comunicado del
Programa de la ONU para el Medio Ambiente (PNUMA) y su socio ClimateAction
indicó que la Administración Nacional de Energía China logró que la capacidad
de energía eólica aumentara en 2015 un 60% más que en 2014.
Al
parecer hay una cosa que está clara, el gigante chino no tiene otra opción que
cambiarse a energías limpias, para lo cual el gobierno planea invertir 275 mil
millones de dólares hasta el 2017 en la lucha contra la contaminación. Para
ello se propone aumentar el porcentaje de energías limpias del 11% actual al
15% para el 2020 y al 20% para el 2030. Una meta ambiciosa que, en opinión de
muchos ambientalistas, la convertiría en un modelo en la lucha contra el
calentamiento global y en líder mundial en producción de energías renovables.
Fernando Travieso
Magaly Irady
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