Zika: ¿qué papel juega la acción del hombre?
El rápido aumento del zika se está convirtiendo en
una enorme crisis de salud pública. El virus, cuyo vector es el mosquito Aedes
aegypti, "se está expandiendo de manera explosiva" a través de
América Latina, según informa Margaret Chan, Directora de la Organización Mundial
de la Salud, entidad que el 1 febrero de 2016 calificó la enfermedad como Emergencia
Mundial de Salud Pública.
El
Aedes aegypti —ampliamente conocido porque transmite también la fiebre
amarilla, el dengue y la chikungunya— se alimenta de sangre, se reproduce en
agua estancada y habita usualmente ambientes tropicales, pero para que el zika se haya expandido
tan aceleradamente tuvieron que alinearse una serie de factores, entre los
cuales el cambio climático parece jugar un rol decisivo porque crea condiciones
que favorecen la reproducción del mosquito y modifican su comportamiento. En
efecto, se cree que el incremento de las temperaturas estimula un aumento en las tasas de crecimiento del
mosquito porque
acortan su tiempo de reproducción de 15 a 7 días, lo que significa que los
huevos maduran más rápido por lo que se convierten en adultos en menor tiempo.
Según señala Bill Reisen, entomólogo de la Universidad
de California Davis, a medida que sube la temperatura casi todos los aspectos
de la biología del mosquito se aceleran y le permiten transmitir
mejor su batería de peligrosas enfermedades. El Dr. Reisen lo explica de la
siguiente manera: “Con las temperaturas altas tienes mosquitos que se alimentan
con más frecuencia y tienen una mayor probabilidad de adquirir una infección. Y
después el virus se replica más deprisa porque hace más calor, de
modo que los mosquitos pueden transmitir más pronto en su vida”.
Si bien algunos expertos
creen que la principal causa del aumento de la enfermedad han sido las fuertes
precipitaciones ocasionadas por el fenómeno de El Niño —las cuales se traducen
en la proliferación de aguas estancadas en los suelos—, un estudio realizado
recientemente concluyó que el factor relevante del brote no fue la fuerte
lluvia, sino el intenso período de clima caliente en el noreste de Brasil, una
de las regiones más pobres de ese país donde comenzó la epidemia, la cual ha
sido azotada desde finales de 2014 por una aguda sequía asociada también a El
Niño. El estudio, dirigido por la Dra. Shlomit Paz, del Departamento de
Geografía y Estudios Ambientales de la Universidad de Haifa, afirma que el brote de zika fue provocado por una
combinación de El Niño con el calentamiento global, ya que mientras las altas
temperaturas registradas en la región alentaron el crecimiento de la población
de mosquitos, la sequía que se produjo también desempeñó un papel primordial.
Aunque parezca raro, en muchos de nuestros países la
sequía es igualmente época de mosquitos, debido a otro fenómeno ampliamente
extendido como lo es la urbanización marginalizada y caótica de la mayoría de
nuestras ciudades, donde además de la disposición no controlada de desechos en
calles y basureros, las irregularidades en el suministro de agua obligan a la
gente a almacenarla en tobos y otros contenedores que se convierten en un
hábitat ideal para los mosquitos.
Para cerrar el círculo vicioso de difusión de la
enfermedad, muchos de nuestros sistemas de salud pública muestran graves
carencias que dificultan incluso las más básicas pruebas de detección y
diagnóstico; ni qué decir de acciones y medidas más complejas necesarias para
hacer frente a la epidemia.
Cambio climático, urbanización descontrolada y
graves carencias en nuestros sistemas de salud pública: un coctel peligroso producido
por la (in)acción del hombre que pone en riesgo la salud de la población. Un
alerta importante para Venezuela donde ninguno de los tres factores comentados es
atendido adecuadamente.
Fernando Travieso
Magaly Irady
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