Sensores inteligentes para salvar los mares
Las aguas de los océanos se están acidificando
aceleradamente. En los últimos 200 años, los mares del mundo han absorbido
aproximadamente el 30% de todo el CO2 liberado a la atmósfera por los humanos
desde el inicio de la Revolución Industrial, lo que ha causado un aumento de
más del 26% de la acidez de sus aguas debido al ácido carbónico que se genera,
un ritmo de cambio del balance químico sin precedentes en la historia geológica
del planeta.
Esa acidificación no sólo provoca
cambios en los ecosistemas y en la biodiversidad marina, sino que afecta la
seguridad alimentaria y, sobre todo, limita la capacidad del océano de seguir absorbiendo
el CO2 procedente de las emisiones antropogénicas, gracias a lo cual han disminuido considerablemente
las repercusiones de ese gas de efecto invernadero en el clima.
Aunque la ciencia actual no está aún en condiciones
de predecir exactamente cómo la acidificación afectará las conexiones entre los
muchos organismos marinos del mundo, sí es posible afirmar con certeza que las
consecuencias serán profundas. Hasta ahora, las investigaciones muestran que
ese proceso dificulta a los crustáceos, corales y otros organismos marinos el
crecer, reproducirse y construir sus conchas y esqueletos, toda vez que el
medio ácido neutraliza los elementos calcáreos que las constituyen. Además se
han reportado cambios en el comportamiento de los peces que habitan los arrecifes
acidificados, lo que los hace más vulnerables a los depredadores, y si bien es
cierto que será necesario investigar cómo los peces de importancia comercial se
adaptarán a la acidificación, podría haber un efecto cascada que estamos muy
lejos de comprender.
Justamente para medir con precisión la
acidificación de nuestros océanos, se creó el Wendy Schmidt Ocean Health
XPRIZE, una competencia global para incentivar los avances en la tecnología de
sensores de pH, toda vez que se tiene la convicción de que no se puede
gerenciar lo que no se puede medir. Fundada en 1995, XPRIZE es una organización
con múltiples patrocinantes institucionales y privados de la talla de Naciones
Unidas, NASA y Google, que contribuye a resolver los más grandes retos del
mundo mediante el incentivo de otorgar premios a gran escala en varias áreas.
Ellos financiaron antes un premio para desarrollar mejores métodos de limpieza
de derrames de petróleo, pero para la edición 2015, el objetivo fue construir
un dispositivo fácil de usar que pudiera medir con fiabilidad y de manera barata
el pH del océano, y un sensor más robusto que pudiera medir con precisión el pH
en condiciones extremas (como las bajas temperaturas y presiones aplastantes
del océano profundo), detectando fluctuaciones ínfimas.
El biólogo Paul Bunje, director oceanográfico en la
Fundación XPRIZE y organizador del concurso, afirma que para obtener
suficientes datos, los sensores que se usen deben ser de bajo costo, fácil uso,
ubicuos y desechables, porque se rompen continuamente. Eso fue justamente
lo que logró la empresa Sunburst Sensors, de Montana, Estados Unidos, cuyo
equipo se llevó los dos grandes premios de la competencia 2015, donde
participaron 24 grupos provenientes de todas partes del mundo: desarrollaron un
instrumento autónomo sumergible de bajo costo (i-SAMI) que cuesta menos de
$1.000 por sensor, con una precisión comparable al del mejor sensor comercial
existente, el cual se ganó el Premio de Accesibilidad, y una versión de
titanio, más duradera (t-SAMI), que ganó el Premio de Precisión, al demostrar una
precisión sin precedentes y una exactitud tan buena como la de un laboratorio
profesional totalmente equipado. Ambos dispositivos se basan en recoger
muestras profundas de agua de mar, inyectar colorantes y detectar el pH de la
mezcla resultante con un laser, con el añadido de que no es necesario ser
experto en sensores marinos para operarlos.
La acidificación del océano es una amenaza
silenciosa con un impacto directo sobre el clima, los ecosistemas y las
criaturas marinas, y en definitiva sobre nuestra vida. Vale decir, cuando se
trata de la salud de los mares, todos somos dolientes. Si ignoramos los riesgos
de su acidificación, no sólo nosotros estamos en peligro sino muy especialmente
las generaciones futuras.
Fernando Travieso
Magaly Irady
Comentarios
Publicar un comentario