Ícono de la sostenibilidad

La Torre Eiffel de París, visitada por 7 millones de turistas cada año, se ha integrado al movimiento global por la energía verde con dos enormes turbinas verticales de viento adosadas a su segundo nivel. La Société d’Exploitation de la Tour Eiffel (SETE), la compañía que opera la torre, se sumó a la Carta de las Empresas de Economía Mixta, propuesta por el municipio de París en 2007, como parte de su acciones favor del desarrollo sostenible en el marco de su Plan Clima y su Agenda 21.

La empresa norteamericana Urban Green Energy (UGE), dedicada al diseño de instalaciones para la generación de energía renovable, fue contratada para suministrar las silenciosas turbinas gemelas, las cuales no interfieren estéticamente con la torre porque fueron pintadas de su mismo color. Estos aerogeneradores, que fueron colocados a 120m. de altura para maximizar la producción de energía mediante la recolección constante de los vientos que se producen en todas direcciones, generan 10 mil KWh al año, suficientes para alumbrar completamente la planta comercial del monumento.

Además de las turbinas eólicas, y para mejorar la sostenibilidad del monumento, la torre ha sido dotada de iluminación LED, bombas de calor de alto rendimiento, un sistema de recuperación de aguas de lluvia, y un equipo de energía solar fotovoltaica con paneles solares en los techos del pabellón de visitantes.

Más allá de que los desarrolladores del proyecto lo ven como un hito importante en el plan climático de París, el verdadero objetivo del proyecto es el de visibilizar el uso de energía limpia como un modelo a seguir por todos, especialmente en momentos cuando la ciudad Luz se prepara para ser sede, a finales de este año, de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio climático, tal vez una de las que mayores expectativas ha creado por los acuerdos vinculantes para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero que se espera alcanzar en ella.

En efecto, el presidente de UGE, Nick Blitterswyk, piensa que por ser la Torre Eiffel uno de los iconos urbanos más famosos del mundo, cuando los millones de visitantes de todas partes vean las turbinas podrán aceptar más fácilmente la idea de un hábitat planetario movido por energía limpia, renovable y confiable. Objetivo nada despreciable, considerando especialmente que la SETE estima que 250 millones de turistas han visitado la torre desde que fue abierta al público en 1889, lo que la convierte en el monumento más visitado del mundo.

Un poquito de historia
La construcción y puesta en funcionamiento de la Torre Eiffel generó una gran controversia entre los intelectuales y otros actores importantes de la sociedad francesa, porque muchos consideraban que “el aspecto antiestético de la torre y su inutilidad” tendrían un impacto negativo en la imagen de Francia en el mundo. Años más tarde,  ante su inmenso éxito, muchos de ellos cambiaron de parecer aunque nunca parece haberse desprendido del todo de su capacidad para generar una cierta dualidad atracción-rechazo.

Roland Barthes), eminente filósofo y semiólogo francés, describió magistralmente ese sentimiento en 1964, cuando escribió: "Mirada, objeto, símbolo, la torre es todo lo que el hombre pone en ella y ese todo es infinito. Espectáculo mirado y mirando, edificio inútil e irreemplazable, mundo familiar y símbolo heroico, testigo de un siglo y monumento siempre nuevo, objeto inimitable y sin cesar reproducido, es el signo puro, abierto a cada tiempo, a toda las imágenes y a todos los sentidos, la metáfora sin freno; a través de la torre, los hombres llevan esa gran función de la imaginación que es su libertad, ya que ninguna historia, por muy sombría que sea, jamás pudo quitársela.

La Torre Eiffel se integra así al movimiento global por la energía verde, añadiendo a su condición emblemática como la estructura arquitectónica más famosa del mundo, la de ser el nuevo ícono de la sostenibilidad. Imposible mejor publicidad para las energías renovables.

Fernando Travieso

Magaly Irady

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