Houston: reciclaje vial y sostenibilidad
Cuando la empresa Cherry, con sede en Houston,
comenzó a actuar en el negocio de la demolición hace unas décadas, los
escombros eran un problema, entre otras razones porque el costo de disponer de
ellos era demasiado alto. Pero las cosas han cambiado y hoy día el reto de la
empresa es conseguir cantidades suficientes para reciclarlos y venderlos a
quienes construyen infraestructura vial: calles, autopistas, puentes y
estacionamientos.
Cherry inició sus actividades en 1952 como una
empresa de demolición de residencias para abrir paso a nuevos edificios y
desarrollos comerciales, pero al tiempo, sus directivos descubrieron que el
verdadero negocio consistía en reutilizar lo que estaban desechando como
desperdicio y montaron su primera planta de reciclaje para aglomerados de
concreto; algo después, la gran demanda del material los obligó a ampliar sus
operaciones a la demolición de infraestructuras obsoletas.
Actualmente disponen de cinco centros de reciclaje
localizados en el área metropolitana de Houston y sus cercanías, y para asegurarse
suficiente materia prima, también les compran a camioneros independientes y a
sus numerosos clientes. El proceso consiste en triturar los escombros y colarlos
para reducirlos de tamaño y excluir los metales. En la actualidad, la empresa
distribuye diariamente más de 10.000 ton. de concreto en el área metropolitana
de Houston, con cifras que indican que los aglomerados reciclados representaron
el 80% de los ingresos por 127 millones de dólares que la compañía facturó en
2015.
Después del agua, el concreto es el producto de
mayor consumo global y, según datos de la Iniciativa para la Sustentabilidad del Cemento, en el mundo se
generan anualmente más de mil millones de toneladas de escombros
provenientes de la demolición de construcciones, siendo Estados Unidos, Japón y algunos países de Europa, quienes desechan las mayores
cantidades de concreto, aunque también los que más aplican técnicas para su
recuperación. En los Estados Unidos, por ejemplo, el aglomerado de concreto es
actualmente el material reciclado más usado, y un creciente número de
constructoras lo están incorporando en sus obras, toda vez que ha probado ser
tan o más duradero que el aglomerado virgen y entre un 20% y un 40% más barato.
Aunque las investigaciones sobre las propiedades de
agregados reciclados comenzaron en la década de 1940, ha sido en años recientes
—impulsada por las regulaciones ambientales que apuntan a la sostenibilidad de
las actividades urbanas— cuando esa industria ha comenzado a crecer, más allá
de que las razones económicas siguen siendo significativas para su desarrollo,
lo que implica que en aquellos lugares donde los costos de recolección y
disposición de escombros son bajos, no resulta fácil su implementación. Además,
todavía se requiere desarrollar tecnologías capaces de reducir las exigencias
energéticas del proceso y de manejar adecuadamente la gran cantidad de polvo
que se genera. No obstante, el aporte a la economía circular que resultaría de construir
la infraestructura de transporte con materiales provenientes del reciclaje sería
notable, ya que no sólo se reducirían enormemente los desperdicios y la
necesidad de disponer de basureros para ubicarlos, sino también el impacto
ambiental de la minería a cielo abierto para extraer la materia prima y de su
transporte. Ello permitiría superar el proceso lineal que significa hoy día la
construcción de la infraestructura urbana (extracción-obra-escombro-basurero)
para implantar un esquema circular (obra-escombro-reciclaje-obra), ambiental y
económicamente viable.
Por ahora, la buena noticia es que el reciclaje de
escombros para construir calles y autopistas está en aumento en Houston, una
ciudad con su infraestructura vial sobredimensionada a consecuencia de su
bajísima densidad y extensas áreas verdes. Habría que evaluar su aporte a la
sostenibilidad a fin de aplicarlo en otros lugares.
Fernando Travieso
Magaly Irady
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